Este artículo ofrece información básica sobre la importancia de entender cómo funciona nuestro cuerpo y de contar con conocimientos adecuados sobre entrenamiento deportivo y fisiología del ejercicio. Esto es esencial para entrenar de manera consciente a nuestros alumnos o atletas. Semanalmente, recibimos personas en nuestro centro que provienen de otros centros de entrenamiento y «boxes oficiales» enfrentando problemas serios debido a altas concentraciones de CPK en su sangre.

Es importante destacar que en muchos centros deportivos o gimnasios, no siempre abundan preparadores físicos cualificados. En muchos casos, se introducen entrenamientos extenuantes sin ningún control sobre la periodización y la intensidad, ni conscientes de los volúmenes de entrenamiento que se manejan. Esto se hace a menudo para proyectar una imagen de un lugar de entrenamiento «duro». Sin embargo, esta práctica no es más que un reflejo de desconocimiento, pues es totalmente posible entrenar intensamente sin perjudicar la salud de nuestros alumnos y atletas. Afortunadamente, esta situación no se da en todos los lugares.

La Creatinafosfokinasa (CPK)

La creatinafosfokinasa, o CPK, es una enzima esencial que se encuentra principalmente en el corazón, el cerebro y los músculos. Su concentración es mayor en los músculos esqueléticos. Un aumento significativo en la concentración de CPK puede indicar traumatismos musculares causados por varias condiciones:

  1. Sobre-entrenamiento (overtraining).
  2. Lesiones por compresión, traumatismos o contusiones graves.
  3. Isquemia o destrucción excesiva del tejido muscular.
  4. Consumo de cocaína y otras drogas.
  5. Inyecciones intramusculares.
  6. Consumo de alcohol.
  7. Deshidratación grave.

Es común que los deportistas experimenten fatiga muscular; factores como la carga excesiva y la competencia intensa son causas frecuentes de una desviación anormal en los niveles de CPK, una situación que requiere atención inmediata. Es importante distinguir entre la fatiga muscular, que debe considerarse una patología deportiva caracterizada por una disminución del rendimiento y que no se recupera con descanso ni con la reducción de la carga de entrenamiento, y el cansancio habitual.

Los valores normales de CPK en hombres adultos sanos oscilan entre 24 y 190 U/L, mientras que en mujeres alcanzan hasta 166 U/L. Estos valores tienden a disminuir con la edad. Existen tres tipos de CPK: CPK (BB), que predomina en el cerebro; CPK (MM), más abundante en el músculo esquelético; y CPK (MB), predominante en el corazón.

La CPK (MM) es la isoenzima más abundante en el total de CPK. Si sus niveles se elevan, generalmente indica lesiones o daños musculares, a menudo causados por sobreentrenamiento. Por esta razón, es crucial realizar chequeos periódicos de CPK para identificar o descartar lesiones musculares. Además, es importante no considerar el dolor muscular como el único indicador de DOMS (daño muscular) o niveles altos de CPK, ya que es posible tener niveles elevados de CPK —un marcador clave de daño muscular y principal indicador de rabdomiólisis— sin sentir dolor muscular asociado.

Rabdomiólisis e insuficiencia renal aguda.

La primera vez que se observó una relación entre la insuficiencia renal aguda y la coloración oscura de la orina fue durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en Londres, cuando se notaron casos de pacientes que sufrían de lesiones musculares por aplastamiento (Knochel, 1982). Aunque el mecanismo exacto mediante el cual la mioglobinuria puede conducir a la insuficiencia renal aguda no está completamente esclarecido (Milne, 1988), se cree que se debe a lesiones en los túbulos renales. A pesar de que la mayoría de los casos de rabdomiólisis resultan en mioglobinuria, solo entre el 5 y el 7% de estos casos desencadenan insuficiencia renal aguda (Barlett, 1985; Schulze, 1982).

Se ha evidenciado en estudios in vitro que la mioglobina se descompone en ferrihemate y globina en un ambiente ácido; el ferrihemate causa daño en el epitelio tubular renal y afecta el transporte de líquidos y solutos a través del mismo (Knochel, 1982; Milne, 1988; Penn, 1986). Los productos de descomposición del tejido forman residuos que se cree obstruyen los túbulos renales (Penn, 1986). Esto restringe el flujo sanguíneo renal, llevando a una falla en la tasa de filtración glomerular y, en última instancia, a la insuficiencia renal. Estudios en animales han mostrado que la mioglobina no causa insuficiencia renal mientras se mantenga un flujo urinario adecuado (Knochel, 1982). Sin embargo, la incidencia de insuficiencia renal tiende a ser más alta cuando hay deshidratación (Milne, 1986) y la presencia de estrés por calor es un factor contribuyente común en casos de insuficiencia renal aguda.

En muestras de músculo tomadas de autopsias de tres casos de rabdomiólisis con insuficiencia renal aguda, se encontró evidencia de degeneración de las fibras musculares y pérdida de inmunoreactividad de la mioglobina (Nagashima et al., 1987). Además, muestras de los riñones coloreadas histológicamente para mioglobina revelaron la presencia de gránulos finos en las células epiteliales de los túbulos distales, y los residuos se hallaron en los túbulos colectores. Los estudios de Nagashima y colaboradores (1987) concluyeron que la mioglobina se fugó de las fibras musculares dañadas y se acumuló en los riñones, causando así insuficiencia renal.

Síntomas de la Rabdomiólisis:

Los síntomas de la rabdomiólisis pueden incluir:

  1. – Disminución de la producción de orina.
  2. – Debilidad generalizada.
  3. – Rigidez o dolor muscular (mialgia).
  4. – Sensibilidad muscular.
  5. – Debilidad de los músculos afectados.

Otros síntomas que pueden ocurrir con esta enfermedad incluyen:

  1. Fatiga.
  2. Dolor articular.
  3. Convulsiones.
CONCLUSIÓN

La rabdomiólisis por esfuerzo se caracteriza por un conjunto de condiciones que incluyen dolor muscular, debilidad, e inflamación; mioglobinuria; y niveles elevados de proteínas sarcoplásmicas y otros constituyentes celulares musculares en la sangre. Generalmente, este síndrome se desarrolla al realizar ejercicios repetitivos, excesivos y no habituales, es decir, aquellos para los cuales no estamos adaptados. La rabdomiólisis también puede ocurrir tras actividades recreativas extenuantes como correr un maratón, hacer senderismo, o realizar ejercicios muy intensos durante los primeros días de un nuevo programa de entrenamiento. Cualquier caso de rabdomiólisis requiere hospitalización o, como mínimo, observación médica por un tiempo. Es importante tener en cuenta que la combinación de estrés por calor (hipertermia) y rabdomiólisis puede causar insuficiencia renal aguda, que en casos raros puede resultar fatal.

Los individuos que han desarrollado rabdomiólisis severa generalmente no habían mostrado síntomas previamente. Estas personas pueden tener una predisposición subclínica latente que los hace más susceptibles a las consecuencias más severas de la rabdomiólisis. Se deben tomar medidas preventivas durante el ejercicio en climas cálidos, como asegurar una hidratación adecuada y realizar una aclimatación adecuada. Todos los programas de ejercicio deben comenzar con intensidades ligeras a moderadas y aumentar gradualmente. Estas prácticas no solo prevendrán el dolor muscular posterior y optimizarán el rendimiento, sino que también podrían salvar vidas.

Para el análisis de CPK, es crucial no haber realizado ejercicio intenso o prolongado previamente, ni haber recibido inyecciones intramusculares o haberse sometido a cirugías recientes, ya que pueden alterar los resultados. La extracción se realiza con una muestra de suero (sangre) de una vena, generalmente no se requiere más de 10 ml. Niveles elevados de CPK (MM) en sangre pueden indicar, además de los ya mencionados, convulsiones, múltiples inyecciones intramusculares, distrofia muscular, miositis, entre otros. Si un entrenador o preparador físico sospecha de problemas musculares en sus deportistas, el análisis de CPK en suero es la forma más objetiva de determinar un posible daño muscular. En estos casos, es necesario derivar al deportista a un médico. Por eso es de gran importancia conocer la preparación profesional de la persona en la que confías tu salud y bienestar.

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