Lo cierto es que la “palabreja” parece sacada de un comic de superhéroes, parece algún proceso de ciencia ficción. Y algo tiene de eso.
La supercompensación es muy posible que sea el concepto más importante de la preparación física y uno de los menos controlados y tenidos en cuenta.
Entonces, ¿Arte o ciencia?
Claramente un arte. ¿Sorprendido? lo voy a intentar explicar, espero que con éxito.
Cuando un entrenador planifica intenta ser lo más objetivo posible, lo más científico posible y nos olvidamos que nuestro deportista, antes de nada es un ser humano. Alguien dijo que la ciencia termina donde empieza la persona y eso es absolutamente aplicable al entrenamiento por muchas razones.
En primer lugar por que una carga de entrenamiento no deja la misma huella hoy que mañana, por la temperatura, por el estado de ánimo, por lo cansado que se encuentre el deportista, por la intensidad con la que se ejecuta…. Por lo tanto, ¿Quién sabe cuánto ha entrenado nuestro pupilo un día, una semana o un mes? Bueno, “a ojo de buen cubero” sabemos si ha entrenado mucho, poco, bien, mal, regular… y oye, eso ya es algo. Por lo tanto, es imposible controlar la carga de entreno al 100% y siguiendo a Engelhard no sabemos al 100% si el descanso va a “compensar” y “supercompensar” la carga. Ver y adaptar esa parte que no controlamos es un “arte».
Por otro lado el mercado, internet y las instalaciones deportivas están llenos de nuevos sistemas de entrenamiento, de ejercicios maravillosos, de gurús con la piedra filosofal del entrenamiento… Ya decíamos hace unos meses que entrenar es como cocinar. Si se usan cantidades inadecuadas en momentos inadecuados… ya puedes tener los mejores ingredientes que difícilmente vas a hacer una buena paella. Evidentemente que la relación entre las cargas y su efecto se basan en principios científicos pero la aplicación práctica tiene multitud de variantes (¿Existe una única y maravillosa?). Esta relación de cargas (y por lo tanto sus volúmenes, intensidades y naturaleza) es algo con lo que el entrenador no siempre «juega” y por lo tanto la curva de la supercompensación puede ser un “puerto de tercera”.
Me gusta poner el ejemplo del balón y el agua. Todos hemos jugado en la piscina a sumergir un balón en el agua. Cuanto más profundo lo sumerjamos (nivel de carga) más se eleva (supercompensación), siempre con el límite del sobreentrenamiento (que no explote el balón). Si mantenemos el balón sumergido ligeramente por debajo del nivel del agua, por mucho tiempo que lo hagamos, la reacción no va a ser muy intensa. Bueno, pues saber jugar con el balón y sumergirlo en el momento adecuado, el tiempo adecuado y con la intensidad adecuada es algo que no viene en los libros, y por lo tanto… un arte.
Muchos entrenadores son capaces de controlar milimétricamente sus planificaciones, con gráficos maravillosos, son capaces de corregir ejercicios inverosímiles que van a marcar un antes y un después… y luego sus deportistas siempre rinden al mismo nivel, es decir nunca están en forma. En deportes individuales estos deportistas se ponen en forma ¡¡Compitiendo!! Y en deportes colectivos ¡¡Dios mío!! hay deportistas que no saben que es estar en forma. Es decir, no buscan, encuentran o aplican el principio de supercompensación.
Y para los preparadores físicos y entrenadores de deportes colectivos: competir cada semana no es excusa para trabajar con el chip de la supercompensación puesto, simplemente se sumerge el balón de diferente manera y en diferentes tiempos. Estar en forma es como estar enfermo, si lo estás, lo sabes y no dura para siempre.
Entrenador, las gráficas son fáciles, la teoría se estudia en la facultad pero la experiencia se adquiere con el tiempo. Ciencia si, pero sin sentido común, nuestros deportistas estarán en forma cuando no estaba planificado o lo estarán en menor medida que lo que pudieran.