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El entrenamiento interválico o interval training, es una modalidad de entrenamiento muy utilizado tanto en el ámbito del rendimiento, como en el de aplicación clínica y de mejora de la salud. Aunque hacía tiempo que no escuchaba el argumento, recientemente asistí a unas jornadas en las que el conferenciante insistía en la importancia de la fase de recuperación para obtener las adaptaciones fisiológicas cardiacas en entrenamiento interválico. El discurso era un clásico, algo así como “es en la fase de recuperación cuando realmente se beneficia la función cardiaca”; la verdad es que no escuchaba esa justificación desde hace años, cuando me “explicaron” Teoría del Entrenamiento en mi formación como médico del deporte. Los trabajos de los años 70, defendían que en las fases de recuperación del interval training aumentaba el volumen diastólico final del ventrículo izquierdo, y por consiguiente el volumen sistólico, debido esencialmente a un descenso de la resistencia periférica. Sin embargo, investigaciones más recientes (Pokan y col, 1997; Med Sci Sports Exerc 29: 1040 ó Dawson y col, 2007; Exp Physiol 92: 383) utilizando valoración ecocardiográfica, demostraron que el volumen diastólico final del ventrículo izquierdo disminuye en recuperación, aumentando la fracción de eyección, manteniendo estable el volumen sistólico.  Así pues, los principales beneficios del interval training se producen durante las fases de ejercicio, y la recuperación sirve esencialmente para permitir acumular tiempo a una intensidad que no nunca podríamos alcanzar con un entrenamiento continuo.