El entrenamiento concurrente  (fuerza y resistencia aeróbica) es algo muy debatido y en el cual existe una gran controversia acerca de cuál debe ser el orden correcto de ejecución en una sesión conjunta de entrenamiento, algo que ya comentamos hace algunos días (parte I, parte II, parte III, parte IV). Algunos estudios sugieren que el entrenamiento de resistencia aeróbica puede comprometer el desarrollo de hipertrofia asociado al entrenamiento de fuerza, debido a varias interferencias entre las celulas satélites encargadas del varios procesos anabólicos en el musculo esquelético. Poco se conoce de la interacción de la señalización molecular en relación al entrenamiento concurrente de fuerza y resistencia aeróbica. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Ogasawara y col, 2014; Am J Physiol Endocrinol Metab 1-abr) en el que los autores, utilizando un modelo animal con ratas, investigarón si el entrenamiento de resistencia aeróbica realizado antes o después del de fuerza afecta a las vías de señalización molecular asociadas con la síntesis de proteínas musculares, especialmente entre la mTORC1 asociada al entrenamiento de fuerza, y la AMPK asociada a la resistencia aeróbica. Un grupo de ratas fueron divididas en 5 grupos: 1) entrenamiento de resistencia aeróbica (EE) (treadmill); 2) entrenamiento de fuerza (RE)(contracción isométrica por electroestimulación); 3) entrenamiento de EE antes de RE; 4) entrenamiento de RE antes de EE; y 5) grupo control de no ejercicio. El p70S6K, un marcador de la actividad de mTORC1, aumentó 3 h después de RE, tanto en EE antes de RE, como en EE después de RE, aunque el aumento fue menor en este último grupo. La síntesis de proteínas aumentó 6 h después de RE en el grupo EE antes de RE. El aumento de AMPK solo se observó en el grupo de EE después de RE. Los resultados de este estudio sugieren que la última modalidad de entrenamiento realizado marca la respuesta molecular al ejercicio, y que la señal mTORC1 inducida por el entrenamiento de RE puede ser minimizada por la realización posterior de entrenamiento de EE.

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Así pues, los resultados de este interesante estudio (aunque se hayan realizado en ratas), sugieren que ambas metodologías de entrenamiento interfieren (el efecto de la interferencia” (ya lo comentamos anteriormente), y que deberíamos realizar en último lugar aquella a la que pretendamos dar prioridad de adaptación. Así, si queremos optimizar la ganancia de fuerza, por ejemplo, esta debería entrenarse después de la resistencia aeróbica, según nos muestra los datos de esta investigación. Eso puede que ocurra porque la activación de AMPK tiene una duración de 3 horas aproximadamente, y ya que la AMPK inhibe a mTOR por lo tanto la recomendación para optimizar las señalizaciones es realizar EE antes que Fuerza pero con una diferencia entre cada entrenamiento de por lo menos 3 horas, de esa forma se estimula la biogenesis mitocondrial con EE y luego la sintesis proteica con EF que se mantiene activado de manera mas prolongada.