Recientemente se está incrementando el uso, tanto en los gimnasios como en servicios de entrenamiento personal a domicilio, de chalecos de electroestimulación gracias a la versatilidad y fácil transporte de los mismos. Estos sistemas prometen conseguir unas determinadas mejoras tanto a nivel estético como de rendimiento. Voy a tratar de profundizar un poco más en el tema y explicar por qué desaconsejamos el uso de este tipo de sistemas.

A grandes rasgos, cuando realizamos una contracción muscular voluntaria, el proceso para que ésta se produzca no es más que el envío de un impulso nervioso a través de la médula espinal o el cerebro a las terminaciones nerviosas situadas en el músculo que deseamos contraer. Pues bien, los aparatos de electroestimulación realizarían la función del sistema nervioso contrayendo el músculo a través de un impulso eléctrico saltándose el proceso anteriormente explicado. Esto que a priori puede parecer algo normal tiene graves repercusiones a nivel saludable.

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Como primer ejemplo vemos la investigación realizada por Maffiuletti y colaboradores en 2005 dónde se observó que tras un entrenamiento con electroestimulación del tríceps sural (gemelo, gastrocnemio y sóleo) la contracción voluntaria máxima del músculo disminuyó un 9% de media, lo que supone un claro descenso del rendimiento. Al hilo de esto existen investigaciones realizadas en ratas dónde se realizó un protocolo de electroestimulación para el control de esfínteres. Al finalizar de la investigación se pudo observar como aumentó la incontinencia urinaria confirmando así una disminución de la contracción voluntaria.

En 2007, Jubeau y Maffiuletti volvieron a realizar una investigación con electroestimulación dónde se observaron alteraciones en la contracción voluntaria máxima, fallos de activación a nivel de sistema nervioso, fallos en la transmisión e insuficiencia contráctil.

Como se puede observar, la mayor parte de alteraciones provocadas por estos aparatos se produce a nivel del sistema nervioso central. Estos fallos inducen a unamayor descoordinación intramuscular, menor capacidad de reacción a nivel muscular y un claro descenso del rendimiento.

Como segunda consideración a tener en cuenta tenemos el “Principio de la talla”. Este principio consiste en un determinado orden de reclutamiento de unidades motorasen una contracción isométrica submáxima, interviniendo en primer lugar las fibras de menor talla (fibras tipo I o fibras lentas) y posteriormente cuando es necesario realizar más fuerza intervienen las fibras de mayor talla (fibras tipo II o fibras rápidas). Una vez explicado esto, en contracciones realizadas a través de electroestimulación este principio de la talla no es respetado ya que se reclutan todas las fibras de manera simultánea lo que provocará principalmente desajustes a nivel intramuscular.

Por último, el propio organismo posee unos determinados reflejos de defensa que son activados cuando el músculo se encuentra en una situación potencial de lesión, evitando que ésta no se produzca. Estos mecanismos quedan anulados durante el trabajo de un aparato de electroestimulación ya que la acción de contracción muscular no es realizada a través del sistema nervioso central.

Como vemos, este tipo de entrenamientos llevados a cabo por chalecos o aparatos de electroestimulación conllevan multitud de riesgos y desórdenes referentes al sistema nervioso central por lo que lo desaconsejamos totalmente en personas sanas. Quizá podrían tener cierta utilidad en la rehabilitación de algunas lesiones aunque este apartado le corresponde en mayor medida a un fisio o un readaptador deportivo.