Los datos sobre el límite de la potencia aeróbica (VO2max) evaluada en humanos son escasos, aunque la literatura refleja ocasionalmente valores obtenidos en pruebas de esfuerzo que nos ayudan a situar un techo en el VO2max. Hace un par de años se publicaron (Burtscher y col, 2011; Eur J Appl Physiol 4-mar) los resultados de una valoración ergoespirométrica que pueden corresponderse con los valores más altos registrados con metodología de análisis de gases respiratorios. Un joven esquiador de fondo (22 años, 170 cm, 63 kg; Hb: 16,8 g/dl) fue evaluado antes de ganar una medalla de oro olímpica. Este test fue realizado durante un ejercicio progresivo sobre patines en una pista al aire libre con un 7-10% de pendiente. El atleta alcanzó un VO2max de 90,6 ml/kg/min (5,7 l/min), pero lo más sorprendente fue su capacidad aeróbica, umbral aeróbico ó capacidad de sostener un ejercicio por tiempo prolongado, situándose a un VO2 de 65 ml/kg/min (71,4% VO2max) con un nivel de lactato en sangre de 1,6 mmol/l. Por otra parte, el  máximo estado estable de lactato correspondió a 78 ml O2/kg/min (85,7% VO2max) con un nivel de lactato en sangre de 4,4 mmol/l. Dicho de otra manera, este esquiador era capaz de mantener una condición fisiológica plenamente aeróbica a intensidades a las que pocos deportistas llegan en su máxima capacidad de esfuerzo.
 
A todos los que nos dedicamos a la fisiología del ejercicio nos hubiera gustado haber evaluado a este esquiador y pasar luego horas estudiando las respuestas fisiológicas de un organismo genéticamente privilegiado.