Determinar el gasto energético de la actividad sexual es demasiado complejo; primero, porque metodológicamente es complicado al aplicar sistemas de medida no interferir en el proceso natural del acto sexual; y segundo, y más importante, debido a que los escenarios y las situaciones donde se desarrolla el acto sexual es demasiado variable. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Frappier y col, 2014; PLoS One 24-oct) en el que los investigadores determinaron el gasto energético (Kcal) durante la actividad sexual llevada a cabo en su entorno natural por jóvenes parejas, al tiempo que se comparó con el gasto energético de una sesión de 30 min de carrera a intensidad moderada. Participaron 21 parejas (edad media: 22,6 años) en los que se estimó el gasto energético por medio del sistema Mini SeseWear Amband, un multisensor que se coloca sobre el tríceps y que recoge temperatura, flujo de calor, respuesta galvánica de la piel y movimiento, y que ha sido validado recientemente (Reeve y col, 2014; J Sci Med Sports 17:630). Los resultados mostraron que la media de gasto energético durante la actividad sexual fue de 101 kcal ó 4,2 kcal/min en hombres y 69,1 kcal ó 3,1 kcal/min en mujeres. La intensidad media fue de 6,0 METS (~21 mlO2/kg/min) en hombres y 5,6 METS (~19,61 mlO2/kg/min) en mujeres, lo que representa una intensidad moderada. El gasto energético y la intensidad durante los 30 min de carrera fue de 276 kcal ó 9,2 kcal/min ó 8,5 METS (~29,7 mlO2/kg/min) en hombres, y 213 kcal ó 7,1 kcal/min ó 8,4 METS (~29,4 mlO2/kg/min) en mujeres.

Este es de los primeros estudios capaces de valorar el gasto energético de la actividad sexual sin ocasionar demasiadas interferencias en su desarrollo. En cualquier caso, los resultados están en la línea de lo publicado con anterioridad, es decir, la actividad sexual se asocia habitualmente a un ejercicio de moderada intensidad. Está claro que esa actividad puede convertirse en muy intensa, todo depende del escenario, o de la persona, entre muchas variables.