Instituto de Investigación de Medicina Ambiental del Ejército de los Estados Unidos
Natick,MA
PUNTOS CLAVE
- Aunque no hay un consenso científico de 1) cuál es la mejor forma de evaluar el estado de hidratación de los atletas, 2) qué criterio utilizar como resultado aceptable de las mediciones, o 3) el mejor momento para aplicar los métodos de evaluación prácticos, hay métodos que pueden ser usados para dar a los atletas una retroalimentación útil acerca de su estado de hidratación.
- Las técnicas de evaluación de la hidratación incluyen 1) agua corporal total medida por la dilución de isótopos o estimada por el análisis de impedancia bioeléctrica, 2) indicadores de plasma, tales como la osmolalidad, sodio y cambios en la hemoglobina y el hematocrito, o las concentraciones de hormonas que ayudan a regular los fluidos corporales, 3) indicadores de orina, como la osmolalidad, la gravedad específica o el color, 4) cambios en la masa corporal, y 5) otras variables, como el flujo salival o signos y síntomas físicos comunes de deshidratación clínica.
- En la mayoría de los contextos deportivos, el uso de la medición de la masa corporal en combinación con algunas medidas de la concentración de la primera orina de la mañana, permite una amplia sensibilidad para detectar las desviaciones diarias de la hidratación normal (euhidratación). Los métodos son sencillos, no son costosos, distinguen con precisión la euhidratación de la deshidratación, y por lo tanto, pueden ser utilizados como el único recurso necesario para la evaluación.
- Cuando se busca una mayor precisión de los cambios agudos en la hidratación, la osmolalidad del plasma, la dilución de isótopos y los cambios en la masa corporal, utilizados en un contexto adecuado, aportan la precisa gradación en las mediciones requerida frecuentemente en la investigación científica.
- Los indicadores del plasma (excepto la osmolalidad), los análisis de impedancia bioeléctrica, las mediciones salivales y los signos y síntomas comunes de la deshidratación están frecuentemente alterados o son muy inexactos para evaluar de manera fidedigna la hidratación de los atletas.
INTRODUCCIÓN
El balance de agua corporal representa la diferencia neta entre el consumo y las pérdidas de líquido. El intercambio normal de agua corporal en un adulto sedentario es de 1 a 3 L/día, este rango es consecuencia principalmente de las diferencias en las pérdidas insensibles de agua, o la evaporación de la humedad de la piel (Sawka et al., 2005). Las grandes variaciones en el consumo de líquido son controladas por los riñones, los cuales pueden producir más o menos orina, dependiendo de los cambios en los volúmenes de líquido corporal. El agua perdida en el aire exhalado por los pulmones frecuentemente es ignorada con respecto al balance de agua porque generalmente es compensada por la producción de agua que ocurre durante el metabolismo aeróbico (Sawka et al., 2005). Durante el curso de un día, los humanos generalmente regulan el balance diario de agua corporal extraordinariamente bien como resultado de los estímulos de la sed y el hambre, junto con el libre acceso a los alimentos y bebidas. Esto se lleva a cabo por las respuestas fisiológicas a los cambios en el volumen de agua corporal y los cambios en las concentraciones de las sustancias disueltas en los fluidos corporales, así como por los factores sociales-conductuales no regulados, tales como el consumo de líquidos en reuniones y fiestas (Sawka et al., 2005).
Aunque las perturbaciones menores en el balance diario de agua corporal fácilmente son compensadas para volver a la normalidad, la imposición de ejercicio y el estrés ambiental sobre la actividad diaria puede amenazar seriamente la homeostasis del balance de líquido, el rendimiento y la salud (Panel on DRI., 2005). El abatimiento de estas consecuencias es la base subyacente y unificadora para el desarrollo de guías de consumo de líquido antes, durante y después del ejercicio (Casa et al., 2000; Convertino et al., 1996), pero la evaluación del estado de hidratación continúa siendo un componente clave para asegurar una rehidratación completa en atletas que desempeñan ejercicio intenso y frecuente en climas cálidos.
La selección de un método de evaluación de la hidratación adecuado es un aspecto controversial de la ciencia del balance de líquidos (Oppliger & Bartok, 2002). Todas las técnicas de evaluación de la hidratación varían mucho en su aplicabilidad debido a las limitaciones metodológicas tales como las circunstancias necesarias para la medición (confiabilidad), facilidad y costo de la aplicación (simplicidad), sensibilidad para detectar cambios pequeños pero significativos en el estado de hidratación (precisión) y el tipo de deshidratación prevista (Oppliger & Bartok, 2002; Sawka et al., 2005).
Muchas circunstancias que involucran ejercicio físico extenuante requieren la formación y evaporación del sudor como uno de los principales medios para remover el calor. Cuando las pérdidas de sudor producen un déficit de agua corporal, el volumen reducido de fluidos corporales contiene una concentración mayor a la normal de las sustancias disueltas tales como el sodio y el potasio; esto se conoce como hipovolemia hipertónica, lo normal para los atletas deshidratados (Sawka & Coyle, 1999). Las técnicas clínicas de evaluación de la hidratación para la detección de cambios en el estado de hidratación confían fuertemente en esta alteración en la química de los fluidos corporales.
REVISIÓN DE INVESTIGACIONES
Objetivos y Definiciones
El propósito de este artículo es: 1) evaluar varios métodos comunes para la evaluación del estado de hidratación, 2) aportar criterios de resultados aceptables para la mayoría de los métodos precisos y confiables, y 3) ofrecer guías de aplicación para los atletas y entrenadores. Debido a que se da una libertad considerable cuando se utilizan términos comunes en la investigación de la hidratación, definiremos aquí dos términos para tener mayor claridad. La “Euhidratación” es más un proceso dinámico que un punto fijo (Greenleaf, 1992). Es más preciso definirla como el agua corporal total normal que fluctúa un poco. Aunque la deshidratación y la hipohidratación tienen definiciones únicas, son utilizadas intercambiablemente, ya que sus diferencias son sutiles. Para este artículo, el término más común, “deshidratación”, será utilizado en referencia a un déficit de agua corporal.
Técnicas de Evaluación
Indicadores Complejos
Las necesidades de líquido estimadas para la población se basan en datos cualitativos y cuantitativos (Sawka et al., 2005). Las encuestas de consumo de líquido aportan datos cualitativos, mientras que los estudios de balance de agua y evaluaciones bioquímicas ofrecen un soporte cuantitativo para la adecuación de los consumos reportados. La combinación del agua corporal total y la osmolalidad del plasma proporciona el “estándar de oro” para la evaluación de la hidratación.
Agua Corporal Total.El proceso de la medición del balance de agua por la recolección de datos de entradas y salidas ha sido modernizado por la estimación del agua corporal total (ACT), la cual conlleva mediciones de la dilución de las cantidades traza de un isótopo (generalmente óxido de deuterio, 2H2O). Los detalles, suposiciones y limitaciones detrás de la dilución de isótopos han sido discutidos en otros documentos, pero la precisión de este método se aproxima mucho a los valores medidos por desecación, esto es, el calentamiento lento del tejido de un cadáver hasta que se elimine toda el agua (Ritz, 1998). En resumen, se coloca un volumen y una concentración conocidos de un isótopo dentro del cuerpo, y más tarde se determina una nueva concentración del isótopo en una muestra de fluido corporal (sangre, saliva, etc.) después de que el marcador ha llegado a distribuirse similarmente a través de los fluidos corporales. Se calcula el volumen desconocido (ACT), sabiendo que una baja concentración del isótopo en la muestra significa que el volumen de fluido corporal debe ser relativamente grande y viceversa. Como otras técnicas cuantitativas, la dilución de isótopos no permite la determinación de una línea base adecuada debido a la amplia variabilidad en la composición corporal y en la variabilidad asociada en el agua corporal total normal (Panel on DRI, 2005). Sin embargo, el error total de la medición del ACT con dilución de marcadores es tan bajo como 1% (Ritz, 1998), así permite la medición de pequeños cambios en los fluidos corporales.
Osmolalidad del Plasma.. La osmolalidad del plasma está controlada alrededor de un punto fijo de euhidratación de ~285 mOsm/kg (Panel on DRI, 2005). Si no se reemplazan las pérdidas de sudor por ejercicio, se reduce el volumen de agua corporal. El volumen plasmático y el agua extracelular disminuyen porque aportan el líquido para el sudor, y aumenta la osmolalidad del plasma porque el sudor es hipotónico en relación al plasma. En otras palabras, el sudor remueve relativamente más agua de los fluidos corporales que solutos como el sodio y el cloruro, y estos solutos osmóticamente activos aumentan en el plasma sanguíneo. El aumento en la presión osmótica del plasma es proporcional a la disminución en el agua corporal total (Panel on DRI 2005). Popowski y colaboradores (2001) demostraron bajo condiciones bien controladas, que la osmolalidad del plasma aumenta en ~5 mOsm/kg por cada pérdida de ~ 2% de masa corporal por sudoración. De manera importante, también mostraron que la osmolalidad del plasma regresa a valores normales durante la rehidratación. Aunque los estudios de campo algunas veces no demuestran esta relación, la discrepancia puede explicarse por factores ambientales que alteran los resultados como la altitud (Francesconi et al., 1987) o por cambios pequeños en el estado de hidratación (<2% de masa corporal) (Armstrong et al., 1994; Bergeron et al., 1995; Grandjean et al., 2003) que pueden caer dentro de los rangos de fluctuación normal de la euhidratación (Greenleaf, 1992).
Estos “estándares de oro” de la evaluación de la hidratación son buenos para las ciencias del deporte, la medicina o para establecer criterios de referencia, pero debido a que requieren de un control metodológico considerable, a que son costosos, y a que requieren de destreza analítica, no son de uso práctico para monitorear el estado de hidratación día a día durante el entrenamiento o la competencia. Para la elección de un indicador de hidratación complejo se debe consultar la Tabla 1.
Indicadores Sencillos
Concentración de la Orina El análisis de la orina es una medición clínica utilizada frecuentemente para distinguir entre las condiciones normales y patológicas. Los indicadores urinarios de la deshidratación incluyen una disminución en el volumen de orina, una gravedad específica de la orina (GEO) alta, una osmolalidad de la orina (OOsm) alta, y un color de orina (OCol) oscuro. La orina es una solución de agua y varias otras sustancias, y la concentración de estas sustancias aumenta con la disminución en el volumen de orina, la cual está asociada con la deshidratación. La producción de orina es aproximadamente de 1 a 2 litros por día pero puede aumentar 10 veces más cuando se consumen grandes cantidades de líquido (Sawka et al., 2005). Esta gran capacidad de variar la producción de orina representa la principal vía para regular el balance neto de agua corporal a través del amplio rango de volúmenes de consumo de líquidos y pérdidas de fluidos por otras vías. Aunque es poco práctico medir el volumen de orina diariamente, la evaluación cuantitativa (GEO, OOsm) o cualitativa (OCol) de su concentración es mucho más sencilla. Como herramienta de investigación para diferenciar la euhidratación de la deshidratación, la concentración de la orina indicada por la GEO, OOsm, o OColes una técnica de evaluación confiable (Armstrong et al., 1994; Bartok et al., 2004; Shirreffs & Maughan, 1998) con umbrales razonablemente definidos.
En contraste, las mediciones urinarias frecuentemente correlacionan pobremente con los “estándares de oro” como la osmolalidad del plasma, y fallan en seguir en forma fidedigna los cambios documentados en la masa corporal correspondientes a la deshidratación aguda y la rehidratación (Kovacs et al., 1999; Popowski et al., 2001). Parece ser que los cambios en la osmolalidad del plasma que estimulan la regulación endocrina de la reabsorción de agua y electrolitos renales se retrasa en el riñón cuando ocurren cambios agudos en el agua corporal (Popowski et al., 2001). También es probable que la composición de la bebida influya en esta respuesta. Shirreffs y Maughan (1996) demostraron que el consumo de grandes volúmenes de líquidos diluidos (hipotónicos) da como resultado una alta producción de orina mucho antes de que se alcance la euhidratación. Las mediciones de la concentración de la orina también pueden confundirse por la dieta, lo que puede explicar las grandes diferencias entre culturas en la osmolalidad de la orina (Manz & Wentz, 2003). Sin embargo, el uso de una muestra de la primera orina del día por la mañana, después de un ayuno nocturno, reduce a un mínimo las posibles alteraciones y llevan al máximo la confiabilidad de la medición (Armstrong et al., 1994; Fischbach, 1992; Shirreffs & Maughan, 1998). Por lo tanto, el análisis de la gravedad específica, la osmolalidad y el color de la orina puede ser usado para evaluar y distinguir la euhidratación de la deshidratación siempre que se utilice la primera orina del día por la mañana.
Masa Corporal. La masa corporal se utiliza frecuentemente para evaluar los cambios rápidos en la hidratación del atleta tanto en el laboratorio como en el campo. Los cambios agudos en la hidratación se calculan como la diferencia en la masa corporal antes y después del ejercicio. El nivel de deshidratación se expresa mejor como un porcentaje de la masa corporal inicial más que como un porcentaje del ACT, ya que esta última varía ampliamente (Sawka et al., 2005). El uso de esta técnica implica que 1 g de masa perdida es equivalente a 1 mL de agua perdida. Siempre que el agua corporal total sea de interés, la falla para explicar el intercambio de carbono en el metabolismo representa el único pequeño error en esta suposición (Cheuvront et al., 2002). Efectivamente, los cambios agudos en la masa corporal (agua) son frecuentemente el estándar contra el cual se compara en el laboratorio la resolución de otros indicadores de evaluación de la hidratación. De hecho, si se llevan a cabo los controles adecuados, los cambios en la masa corporal pueden dar una estimación más sensible de los cambios agudos en el agua corporal total que las mediciones repetidas de los métodos de dilución (Gudivaka et al., 1999).
También hay evidencia de que la masa corporal puede ser un indicador fisiológico lo suficientemente estable para monitorear el balance diario de líquidos, aun durante períodos largos (1-2 semanas) que involucren ejercicio intenso y cambios agudos de fluidos (Cheuvront et al., 2004; Leiper et al., 2001). Los hombres jóvenes y saludables sometidos a ejercicio diario y estrés por calor mantienen una masa corporal estable cuando se mide inmediatamente al levantarse por la mañana, siempre y cuando hagan el esfuerzo conciente de reemplazar las pérdidas por sudor durante el ejercicio (Cheuvront et al., 2004). De manera similar, el consumo voluntario de alimentos y líquidos compensa las pérdidas de sudor provocadas por el ejercicio regular, resultando en una masa corporal diaria estable (Leiper et al., 2001). Durante periodos más prolongados, los cambios en la composición corporal (masa grasa y masa magra) que ocurren con el desequilibrio crónico de energía se reflejan también considerablemente como cambios en la masa corporal, limitando así esta técnica para la evaluación de la hidratación. Claramente, si es de interés el estado de hidratación a largo plazo y se utiliza la estabilidad de la medición de la masa corporal al despertar por la mañana para monitorear los cambios en la hidratación, se debe usar esta medición de la masa corporal en combinación con otra técnica de evaluación de la hidratación (concentración de la orina) para diferenciar las pérdidas de tejido bruto de las pérdidas de agua.
Los indicadores sencillos del estado de hidratación permiten a los atletas y a los entrenadores monitorear el balance diario de líquidos. Hay instrumentos comerciales disponibles relativamente baratos y fáciles de utilizar para evaluar la gravedad específica de la orina y la conductividad (un equivalente de la osmolalidad) (Bartok et al., 2004, Shirreffs & Maughan, 1998). También está disponible una tabla de color de orina (Armstrong et al., 1994). Siempre que se mida la masa corporal desnuda, casi cualquier báscula es adecuada para automonitorear la masa corporal, aunque es preferible una báscula en kilogramos o una báscula médica fabricada de acuerdo con los estándares de pesaje internacional. La Tabla 1 resume las fortalezas y debilidades de utilizar los indicadores sencillos de hidratación.
Tabla 1. Resumen de las técnicas de evaluación de la hidratación. |
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Técnica |
Ventajas |
Desventajas |
Indicadores Complejos |
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Agua corporal total (dilución) |
Preciso, confiable (estándar de oro) |
Complejo analíticamente, costoso, requiere una línea base |
Osmolalidad del plasma |
Preciso, confiable (estándar de oro) |
Complejo analíticamente, costoso, invasivo |
Indicadores Sencillos |
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Concentración de la orina |
Fácil, rápido, herramienta de investigación |
De fácil alteración, el momento en que se toma es crítico, frecuencia y color subjetivos |
Masa corporal |
Fácil, rápido, herramienta de investigación |
Puede alterarse en el tiempo por los cambios en la composición corporal |
Otros indicadores |
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Sangre: |
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Volumen del plasma Sodio plasmático Hormonas de balance de fluidos |
No tienen ventajas sobre la osmolalidad (excepto en la detección de hiponatremia por el sodio en plasma) |
Complejo analíticamente, costoso, invasivo, sujeto a múltiples alteraciones |
Bioimpedancia |
Fácil, rápido |
Requiere una línea base, sujeto a múltiples alteraciones |
Saliva |
Fácil, rápido |
Altamente variable, indicador inmaduro, sujeto a múltiples alteraciones |
Signos físicos |
Fácil, rápido |
Muy generalizados, subjetivos |
Sed |
Sintomatología positiva |
Se presenta muy tarde y se apaga muy pronto |
Otros indicadores
También se han investigado otros indicadores de hidratación. Las limitaciones de estos métodos se resumen en la Tabla 1. A continuación hay una breve discusión de su potencial.
Otros Indicadores Sanguíneos. Los indicadores sanguíneos de la hidratación diferentes a la osmolalidad incluyen el volumen plasmático, el sodio plasmático y las concentraciones en plasma de las hormonas reguladoras de fluidos. Bajo condiciones controladas (ejercicio, temperatura, postura), la mayoría de los indicadores plasmáticos miden confiablemente los cambios en la hidratación. El volumen plasmático disminuye proporcionalmente con el nivel de deshidratación, pero esta magnitud del cambio es marcadamente menor en los atletas aclimatizados al calor (Sawka & Coyle, 1999). Los cambios en el volumen plasmático pueden estimarse a partir de la hemoglobina y el hematocrito, pero la medición precisa de estas variables requiere de controles considerables de la postura, la posición del brazo, la temperatura de la piel y otros factores (Sawka & Coyle, 1999). El sodio plasmático proporciona una alternativa a la medición de la osmolalidad porque los cambios en la osmolalidad son principalmente un reflejo de los cambios en el sodio (Costill, 1977), pero la relación entre la hidratación y el sodio plasmático es más variable que la de la hidratación y la osmolalidad (Bartok et al., 2004; Senay, 1979). Las hormonas reguladoras de fluidos, tales como la arginina-vasopresina y la aldosterona, generalmente responden de manera predecible a los cambios en el volumen de fluido corporal y la osmolalidad, pero las hormonas se alteran fácilmente por el ejercicio y la aclimatación al calor (Francesconi et al., 1983; Montain et al., 1997) y requieren de técnicas de análisis más costosas y complicadas. Aunque todos los indicadores plasmáticos para la evaluación de la hidratación involucran la toma de muestras de sangre con varios grados de dificultad en el análisis subsecuente, la osmolalidad del plasma es el indicador plasmático más sencillo, preciso y confiable para la observación de los cambios en la hidratación.
Bioimpedancia. El análisis de impedancia bioeléctrica (AIB) es una técnica no invasiva que puede utilizarse para estimar el ACT. Utiliza una corriente de bajo amperaje (de frecuencia única o múltiple) que pasa entre los electrodos de piel con la suposición de que la resistencia de la corriente (impedancia) varía inversamente con el contenido de agua y electrolitos del tejido. El AIB se correlaciona bien con las mediciones del ACT realizadas utilizando la dilución de isótopos (O’Brien et al., 2002) bajo condiciones controladas de laboratorio en sujetos euhidratados. Aunque el AIB es sensible para la detección de hipovolemia hipertónica, subestima significativamente el nivel de pérdidas absolutas de fluido y se altera en forma independiente por los cambios en el volumen de fluido corporal y la tonicidad (O’Brien et al., 2002). El movimiento de los fluidos corporales entre los compartimentos intracelular y extracelular durante el ejercicio, la sudoración, la rehidratación y otras variables comunes en las situaciones deportivas también alteran su precisión y hacen que el AIB sea inaceptable para monitorear los cambios en el estado de hidratación (Panel on DRI 2005).
Saliva y Síntomas. La saliva no ha sido tan ampliamente estudiada como otros fluidos corporales para el monitoreo potencial de la hidratación, pero la osmolalidad de la saliva parece seguir la trayectoria de los cambios en la hidratación provocados por la sudoración. Sin embargo, las respuestas individuales de la osmolalidad de la saliva por los cambios en la hidratación son un tanto más variables que los de la orina y mucho más variables que los del plasma (Walsh et al., 2004). También se ha observado una gran variabilidad en el flujo de saliva (Walsh, 2004), y el flujo de saliva, como muchas otras mediciones, tampoco ofrece una tendencia clara a niveles bajos de deshidratación (Ship & Fisher, 1999). La gravedad específica de la saliva aumenta con la deshidratación, pero la variabilidad es demasiado grande para el análisis cuantitativo (Panel on DRI 2005). Es importante señalar que no se ha investigado la influencia del consumo de alimentos y bebidas comunes y las prácticas de higiene oral en los índices salivales.
Los signos y síntomas clínicos de la deshidratación, como mareo, dolor de cabeza, taquicardia y otros, están muy lejos de generalizarse para utilizarse en la predicción, mientras que los síntomas más severos, tales como delirio o sordera, ocurren a niveles de deshidratación fuera del rango funcional para el entrenamiento de atletas. Aunque la sed auténtica se desarrolla sólo después de que se presenta la deshidratación y se calma antes de que se alcance la euhidratación (Panel on DRI 2005), la sed es un síntoma útil que lleva la atención a la necesidad de un consumo de líquidos más estructurado antes, durante, o después del ejercicio. La Tabla 1 revisa las limitaciones circunstanciales de elegir otros indicadores para evaluar la hidratación de los atletas.
RESUMEN Y APLICACIONES
Aunque las mediciones de la osmolalidad del plasma y el agua corporal total son actualmente las mejores mediciones de valoración de la hidratación para estudios de evaluación a gran escala de las necesidades de líquidos (Sawka et al., 2005), no hay actualmente un consenso para preferir ninguna propuesta sobre la otra en los contextos deportivos. En la mayoría de las circunstancias, el uso de la medición de la masa corporal al despertar por la mañana combinado con alguna medición de la concentración de la orina (GEO, OOsm, OCol) en una muestra de la primera orina del día en la mañana, ofrece un método de evaluación sencillo y permite una amplia sensibilidad para detectar desviaciones significativas en el balance de líquidos (>2% de la masa corporal) para los atletas que entrenan y compiten. Cuando se busca más precisión de los cambios agudos de la hidratación, como en el laboratorio, las osmolalidad del plasma, la dilución de isótopos y los cambios agudos en la masa corporal, permiten gradaciones en las medidas siempre que se utilicen las técnicas apropiadas. La Tabla 2 muestra umbrales definidos para los indicadores complejos y sencillos de la hidratación recomendados en esta revisión para orientar en la distinción de la euhidratación y la deshidratación (Armstrong et al., 1994; Bartok et al., 2004; Casa et al., 2000; Cheuvront et al., 2004; Popowski et al., 2001; Ritz, 1998; Panel on DRI 2005; Senay, 1979; Shirreffs and Maughan, 1998). El balance de fluidos debe considerarse adecuado cuando los resultados de dos evaluaciones cualesquiera sean consistentes con los umbrales de euhidratación.
Tabla 2. Umbrales recomendados de los índices de evaluación de la hidratación. |
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Evaluación Técnica |
Atleta Practicidad |
Aceptable de euhidratación Punto de corte |
Cambio en el agua corporal total ( L) |
Baja |
<2% |
Osmolalidad del plasma (mOsm) |
Media |
<290 |
Gravedad específica de la orina (g/mL) |
Alta |
<1.020 |
Osmolalidad de la orina (mOsm) |
Alta |
<700 |
Color de orina (#) |
Alta |
<4 |
Cambio en la masa corporal (kg) |
Alta |
<1% |
El balance de líquidos debe considerarse adecuado cuando la combinación de cualesquiera dos resultados de evaluación es consistente con la euhidratación. |
Basándose en esta revisión científica, se da una propuesta incluso más sencilla para el automonitoreo de los cambios de hidratación día a día de los atletas. Esta propuesta se representa utilizando una herramienta de decisión en forma de Diagrama de Venn (Figura 1). Este diagrama combina tres de los indicadores de hidratación más sencillos, incluyendo el peso, la orina y la sed (POS). Ninguno de estos indicadores aislados da suficiente evidencia de deshidratación, pero la combinación de dos de estos indicadores sencillos de autoevaluación significa que la deshidratación es probable. La presencia de los tres hace que la deshidratación sea muy probable. Los detalles para la utilización de este diagrama se dan en el suplemento de este artículo.
“POS” es una herramienta de memoria diseñada para simplificar al atleta el automonitoreo de su estado de hidratación día a día. El concepto de “POS” se basa en profundos principios científicos de la evaluación de la hidratación, pero no se requiere más que una báscula para medir el peso corporal. Si el cumplimiento de las recomendaciones de consumo de líquido no corrige la deshidratación sospechada utilizando el “POS”, se deben utilizar resultados de mediciones más objetivas, tales como la osmolalidad del plasma y la osmolalidad de la orina, para confirmar la deshidratación
P significa “peso”. Los atletas deben mantener un peso corporal estable día a día cuando se mide inmediatamente al levantarse por la mañana, siempre y cuando tengan libre acceso a los alimentos y bebidas y reemplacen las pérdidas de sudor durante el ejercicio de acuerdo con las recomendaciones de consumo de líquido. Las pérdidas de peso corporal diarias mayores a 1% pueden ser un indicador de deshidratación. Esta es una pérdida día a día de 500 g (1.1 lb) para un atleta de 50 kg (110 lb), 1.0 kg (2.2 lb) para un atleta que pesa 100 kg (220 lb), o de 1.5 kg (3.3 lb) para un atleta que pesa 150 kg (330 lb). Combine la información del peso corporal con la sed o los cambios en la orina (vea el Diagrama de Venn) para estar más seguros.
O significa “orina”. Es normal producir más orina cuando el agua corporal es alta y menos orina cuando el agua corporal es baja. Por lo tanto, el volumen de orina generalmente está más relacionado al agua corporal o al nivel de hidratación que el patrón de consumo de líquido. Así, si las pérdidas por sudor son altas, se producirá menos orina a pesar de un consumo de líquido normal o aumentado. La producción de orina baja puede ocasionar que la orina esté más concentrada y con un color más oscuro. Una disminución en la frecuencia de orinar al día y el color de la orina más oscuro en una muestra tomada de la primera orina del día por la mañana puede ser un indicador de deshidratación. Combine la información de la orina con la información de la sed o del peso corporal (ver Diagrama de Venn) para estar más seguros.
S significa “sed”. La ausencia de sed NO indica la ausencia de deshidratación. Sin embargo, la presencia de la sed ES un indicador de deshidratación y de la necesidad de beber. Por lo tanto, si la sed se presenta, combine esto con la información de la orina o del peso corporal (ver Diagrama de Venn) para estar más seguros.
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Prueba sencilla para determinar si está deshidratado
Hay tres preguntas sencillas que puede hacerse a usted mismo para determinar si está deshidratado:
- ¿Estoy sediento?
- ¿Es de color amarillo oscuro mi orina de la mañana?
- ¿Es mi peso corporal de esta mañana notablemente más bajo cuando lo comparo con el de la mañana de ayer?
Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es “Sí”, puede estar deshidratado. Si la respuesta a dos de estas preguntas es “Sí”, es probable que esté deshidratado. Si la respuesta a todas estas tres preguntas es “Sí” es muyprobable que esté deshidratado.
Beber muy poco o demasiado durante el ejercicio puede ser peligroso para su salud y puede empeorar su rendimiento. Aquí hay algunos consejos para ayudarlo a mantener su balance de líquidos.
- Para determinar cuánto fluido pierde o gana durante el entrenamiento o la competencia, utilice una tabla como la de abajo para registrar su peso corporal desnudo en kilogramos y décimas de kilogramo antes y después de sus sesiones de entrenamiento.
- Si pierde más del 1% de su peso corporal, bebió muy poco durante el ejercicio; si ganó peso, bebió demasiado.
- Si usted regularmente pierde más del 1% de su peso corporal, trate de beber más durante y después del ejercicio para mantener estable su peso corporal.
- Recuerde, puede ser peligroso ganar peso durante el ejercicio por beber demasiado.
REGISTRO DE PESO CORPORAL, SED Y COLOR DE ORINA Pérdidas >1% de peso corporal o sed persistente u orina oscura indican una posible deshidratación. |
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Fecha |
Peso desnudo la mañana de ayer |
Peso desnudo esta mañana |
Cambio de peso |
¿Tiene sed? |
¿Es su orina de la mañana amarillo oscuro? |
Sus comentarios |
Ejemplo 1/1/2006 |
66 |
64 |
-2 |
SÍ |
SÍ |
– Es muy probable que esté deshidratado – Necesito beber más durante y después del ejercicio |
Basado en el Documento de Consenso de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE)
Es el momento de repasar cómo y con qué nos debemos de rehidratar y reponer nuestras pérdidas de iones y nutrientes, con el fin de evitar problemas, que pueden resultar graves o, como mal menor, minimizar nuestra eficacia en el rendimiento deportivo. Para ello, no se me ha ocurrido mejor forma de hacerlo que el ir desmenuzando poco a poco el Documento de Consenso que hace casi 3 años la FEMEDE realizó a través de su grupo de Nutrición (1) http://femede.es/documentos/Consenso%20hidratacion.pdf
Pero antes debemos de conocer de qué estamos hablando. Hablamos de deshidratación: el factor limitante por excelencia del rendimiento físico.
Reposición hidroelectrolítica: La ayuda ergogénica por excelencia
Aunque en general una dieta equilibrada y una correcta hidratación son la base para cubrir los requerimientos nutricionales en la mayoría de las personas que hacen deporte, se sabe que existen necesidades específicas que van a depender de diferentes factores, como son las condiciones fisiológicas individuales, el tipo de deporte practicado, el momento de la temporada, el entrenamiento y el periodo de competición.
Los dos hechos demostrados que más contribuyen al desarrollo de fatiga durante el ejercicio físico, son:
-La disminución de los hidratos de carbono almacenados en forma de glucógeno en el organismo
-La aparición de deshidratación por la pérdida por el sudor de agua y electrolitos
Según esto, quien quiere optimizar su rendimiento deportivo necesita estar bien nutrido e hidratado.
Evaluación de la necesidad de líquidos
La reposición más importante en relación con el esfuerzo físico es el restablecimiento del equilibrio, alterado por la pérdida de agua e iones. De hecho, incrementos en la temperatura y humedad ambientales aumentan la cantidad de sudoración en, aproximadamente, 1 litro/hora.
La evaporación del sudor es el mecanismo más eficiente para evitar el calentamiento del núcleo interno, con el grave riesgo de patología por calor que suponen temperaturas por encima de los 30ºC.
Dependiendo de la variación individual, del tipo de ejercicio y, fundamentalmente, de la intensidad del mismo, la cantidad de sudor puede incluso alcanzar valores iguales o superiores a 3 litros/hora. Estas pérdidas de líquido interno, necesarias para producir un enfriamiento en la piel mediante la evaporación del sudor, llevan al deportista a una deshidratación por una hipovolemia hiperosmótica (debido a que el sudor es hipotónico con respecto al plasma). Finalmente, cuando la capacidad de producir sudor comienza a limitarse, el núcleo interno sube de temperatura y aumenta el riesgo de una patología grave por calor
Guerra de sexos también en la capacidad de termorregulación
Aunque entre hombres y mujeres que no realizan ejercicio físico existe una diferencia en la capacidad de termorregulación favorable a los varones (entre otras razones por su mayor superficie corporal y menor contenido en grasa subcutánea),cuando se comparan deportistas de ambos sexos la diferencia se minimiza, ya que el grado de entrenamiento, aclimatación, contenido en grasa, etc., es similar y, si fuera ligeramente favorable al varón, las mujeres lo compensan gracias a su mayor eficacia en evaporar el sudor.
Aproximadamente el 80% de la energía producida para la contracción muscular se libera en forma de calor en el organismo, que debe eliminarse rápidamente para no provocar un aumento de la temperatura corporal por encima de un nivel crítico que tendría consecuencias muy negativas para la salud. El mecanismo de la sudoración, al mismo tiempo que “enfría” el cuerpo, provoca una importante pérdida de líquidos. La deshidratación progresiva durante el ejercicio es frecuente puesto que muchos deportistas no ingieren suficientes fluidos para reponer las pérdidas producidas. Esto no sólo va a provocar una disminución del rendimiento físico, sino que además aumenta el riesgo de lesiones, y puede poner en juego la salud e incluso la vida del deportista. Por este motivo es muy importante elaborar una estrategia capaz de mantener un nivel de líquido corporal óptimo mientras se hace ejercicio (tanto en los entrenamientos como en la competición)
Evaluación de la pérdida de líquidos durante el esfuerzo
El descenso de peso producido por la evaporación del sudor es muy variable. Una manera sencilla de saber la cantidad de agua perdida en una actividad física es pesarse antes y después de realizar el ejercicio, ya que en esfuerzos inferiores a 3 horas la pérdida de agua por la respiración es poco significativa, comparada con la que se produce a través del sudor.
Si el deportista se pesa en las mismas condiciones durante varios días (al levantarse, por ejemplo), las variaciones pueden reflejar su estado de hidratación previo al esfuerzo y, al comparar el peso antes y después de la actividad física, se determina el grado de deshidratación provocado por el ejercicio. También la densidad de la orina (examinada mediante los cambios de coloración) puede ser un complemento de la observación anterior.
LA DESHIDRATACIÓN: EL FACTOR MÁS LIMITANTE AL RENDIMIENTO DEPORTIVO
La deshidratación limita gravemente el rendimiento deportivo como consecuencia de una serie de factores que hemos intentado resumir en la adaptación de la tabla de Willmore y Costill de 1999 (2)
http://femede.es/documentos/Revision%20Aclimatacion_621_148.pdf
Los efectos negativos de la deshidratación se observan tanto cuando los sujetos se deshidratan durante el ejercicio prolongado, como cuando comienzan el ejercicio en condiciones de hipohidratación o déficit hídrico.
– La deshidratación causa un mayor incremento de la temperatura corporal y de la frecuencia cardíaca así como el empeoramiento del rendimiento, en comparación con la situación en la que los sujetos ingieren líquidos durante el ejercicio.
– La deshidratación progresiva causa reducciones significativas del volumen sistólico y de la presión arterial media sin llegar a causar una disminución del gasto cardíaco cuando los sujetos se ejercitan bajo condiciones ambientales moderadas (22°C).
Variable |
Deshidratación |
Parámetros fisiológicos |
|
Fuerza | Reducción |
Carreras de sprint | Sin cambios |
Tiempo de rendimiento | Sin cambios |
Capacidad de resistencia | Reducción |
Rendimiento en el ejercicio submáximo |
|
Frecuencia cardíaca | Aumento |
Consumo de oxígeno | Sin cambios |
Temperatura corporal | Aumento |
Lactato sanguíneo | Aumento |
Rendimiento en el ejercicio máximo |
|
VO2 Max | Reducción |
Frecuencia cardíaca | Aumento |
Lactato sanguíneo | Aumento |
– Sin embargo, durante el ejercicio en el calor (35°C), la deshidratación también causa una disminución del gasto cardíaco entre un 10-14% (3-4 l/min) debido a la mayor reducción del volumen sistólico que no se compensa totalmente con el incremento de la frecuencia cardíaca, acompañado además, de una disminución significativa de la presión arterial media (7%) y un incremento significativo de la resistencia vascular periférica (9%) durante un ejercicio de 2 horas en calor a una intensidad media del 65% del VO2 Max. (3)http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8594004
Estos efectos de la deshidratación en las respuestas cardiovasculares son progresivos para llegar a ser estadísticamente significativos durante la segunda hora de ejercicio y llegan a comprometer la regulación del sistema cardiovascular (Ver Tabla)
Por otro lado, el estrés por calor ambiental no solo juega un papel importante per se, sino que además acentúa la reducción en la potencia aeróbica máxima que ocurre por la hipohidratación. Las alteraciones en la esfera cardiovascular conducen areducir el tiempo del ejercicio que se puede tolerar hasta alcanzar la fatiga a intensidades submáximas (que llega a ser de hasta un 50% menor al ejercitarse en el calor) (4)
Es más frecuente que haya una influencia negativa de la hipohidratación sobre los esfuerzos aeróbicos prolongados que sobre las tareas anaeróbicas de corta duración. Existen pocos estudios acerca de los efectos de la hipohidratación sobre la potencia anaeróbica, fuerza muscular, velocidad, coordinación y agilidad, y sus resultados son ambiguos.
Aparte de estas alteraciones tan pronunciadas de las respuestas cardiovascular, metabólica y termorreguladora, la deshidratación también causa un incremento significativo de las concentraciones plasmáticas de catecolaminas (5), ADH, renina, cortisol, hormona adrenocorticotrópica, aldosterona, angiotensina y del péptido atrial natriurético que provocan una cascada de acontecimiento endocrino-metabólicos difíciles de frenar
Por lo anteriormente expuesto, la deshidratación produce modificaciones significativas de la función de las glándulas pituitaria y adrenal, con el fin de conservar volumen del fluido corporal.
Según esto, el empeoramiento del rendimiento o adelanto de la fatiga causado por la deshidratación durante el ejercicio en el calor, puede producirse a consecuencia del efecto conjunto del incremento progresivo de la temperatura corporal y de la caída progresiva tanto del gasto cardíaco, como de la presión arterial media. La reducción del gasto cardíaco puede, a su vez, ocasionar alteraciones del metabolismo muscular y de la disipación del calor, a consecuencia de la reducción del flujo muscular y cutáneo
Finalmente, esta cascada de sucesos a nivel sistémico podría producir el adelanto de la fatiga a través de un mecanismo molecular aún desconocido.
En general se puede decir que la hipohidratación reduce la temperatura central que se puede tolerar antes de caer en el agotamiento
¿Hay quien preconiza la parcial deshidratación?
Me interesa comentar aquí un dato que puede ser objeto de debate: Existen trabajos recientes que aseguran que puede ser beneficiosa la parcial deshidratación en los ambientes extremos y que la hidratación debe de ser suficiente sólo para mantener la osmolaridad plasmática (umbral de sed) y no necesariamente el peso corporal, ya que eso podría dar como resultado un incremento del peso en las largas competiciones e incrementar la posibilidad de hiponatremia dilucional asociada al ejercicio (5) http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/17810
Sin embargo, pienso que como resumen de este apartado podemos decir que si bien es cierto que las personas se pueden adaptar a los retos fisiológicos de la actividad física y el estrés por calor mediante un aumento progresivo de su nivel de actividad y exposición al mismo “No existe evidencia que muestre que es posible adaptarse a la hipohidratación. De hecho, la hipohidratación, limita las ventajas de la aclimatación”
Resumiendo y concretando
La deshidratación afecta el rendimiento deportivo porque:
– Disminuye la obtención de energía aeróbica por el músculo.
– El ácido láctico no puede ser transportado lejos del músculo.
– Disminuye la fuerza.
En función de la proporción de líquidos perdidos se pueden producir las siguientes alteraciones:
– Pérdida del 2%: descenso de la capacidad termorreguladora.
– Pérdida del 3%: disminución de la resistencia al ejercicio, calambres, mareos, aumento del riesgo de sufrir lipotimias e incremento de la temperatura corporal hasta 38 grados.
– Pérdida del 4-6%: disminución de la fuerza muscular, contracturas, cefaleas y aumento de la temperatura corporal hasta 39 grados.
– Pérdida del 7-8%: contracturas graves, agotamiento, parestesias, posible fallo orgánico, golpe de calor.
– Pérdida mayor de un 10%: comporta un serio riesgo vital.
Por ello, aunque existen características individuales que establecen diferencias muy marcadas entre los deportistas (factores ambientales, aclimatación previa, estado de entrenamiento, peso corporal, ingesta de fármacos, etc.), se puede decir que el primer consejo que debe establecerse en relación con la realización de un ejercicio físico, más o menos intenso, es la necesidad de reponer los líquidos perdidos.
Referencias bibliográficas
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